Capítulo 108
Julia no creía en absoluto que hubiera venido a cultivar ninguna relación. Bastaba ver su expresión astuta para saber que algo había ocurrido.

Pero si algo impedía hablar a este hombre normalmente mordaz, debía ser algo serio.

Julia preparó un plato de frutas y lo colocó en la mesa de centro, dispuesta a tener una conversación sincera con él.

—Santiago, dime de una vez qué ocurre. Me pones nerviosa actuando así. Te aseguro que, sea lo que sea, podemos hablarlo.

Santiago tomó un trozo de manzana y sonrió satisfecho:

—Crujiente y dulce, está deliciosa.

—No cambies de tema.

Julia deseaba poder leer su mente para descubrir qué escondía.

Santiago se estiró bostezando.

—Estoy cansado, me voy a dormir. Despiértame por la mañana cuando te levantes.

—Oye...

Santiago ignoró la expresión sorprendida de Julia, caminó hasta la cama y se desplomó.

Julia corrió tras él intentando sacarlo, pero el Santiago de hoy parecía una roca inamovible.

—Deja de fingir que duermes y vete a casa.

—Santiago, ¿me oy
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