El Precio de la Inmortalidad (Rebelión)
El Precio de la Inmortalidad (Rebelión)
Por: Viviana
Capitulo 1 Hambrienta

Por los pasillos de un alejado castillo una chica corría en una sola dirección… buscaba algo o mejor dicho a alguien. La noche habida caído hace muchas horas, y la persona que buscaba se le había perdido algunas horas. Guiada por su instinto, pero sobre todo por su aroma la castaña iba a justo hasta donde se encontraba Alessio.

Camino más a prisa, ya que su aroma se estaba alejando. Y su sed de hambre la estaba volviendo loca. Termino por usar su poder de velocidad para alcanzarlo. Cuando paso una enorme puerta de madera pesada, lo vio caminando por un largo corredor con aquel majestuoso cabello largo tan liso y brillante. Su traje negro lo hacía ver más sensual, aumentando las feromonas de la chica.

Ella sonrió al verlo, rápidamente corrió hacia el subiéndose a su espalda como una niña pequeña. Envolvió su cuello con los delicados y blanquecinos brazos, mientras que con sus piernas unió su cuerpo con el de su esposo.

— ¿Qué haces, preciosa? Pregunta el mirándola de reojo.

—Estoy hambrienta.

—¡Como siempre! Este sonríe.

La castaña hizo a un lado el cabello azabache de Alessio, la chica saco sus colmillos a relucir para luego encajarlos en el cuello de su amado. Se pegó a él, como si su vida dependiera de ello. Bebiendo toda la sangre necesaria hasta satisfacer su hambre. Cuando llego a esa etapa, separo los dientes de Alessio, dejando que el líquido carmesí corriera por su mentón.

—¿Has quedado conforme?

—En efecto. Contigo siempre quedo satisfecha.

—Me alegra, amore mío.

En un movimiento rápido, el vampiro traslado el cuerpo de su esposa hacia el frente. Quedando frente a frente. Para luego arrinconarla contra un gran ventanal de cristales azulados, este poseía un espacio perfecto para poder colocar el trasero de la castaña mientras que Alessio se acomodaba entre sus piernas.

—¿Sabes lo que me provocas cada vez que me muerdes? Le dice cerca sus labios.

—Conozco las consecuencias. Sonríe.

—Entonces, atente a ellas amore.

El italiano beso los labios ensangrentados de su mujer, probando su propia sangre mezclada con la esencia de su esposa. Eso acrecentó sus ganas de hacerla suya justo en ese instante. Con sus manos rasgo la blusa de Lía, seguido de eso rompió su brasier. Escuchándola gemir por el arrebato violento.

Alessio se llevó uno de los senos a la boca, mientras lo apretaba suavemente. El pezón de Lía  se encontraba erecto, la lengua del italiano jugaba con el haciendo círculos húmedos. En cuanto se sacio de uno, finalizo chupándolo con fuerza. Hizo lo mismo con el otro seno, propinándole el mismo placer.

—¡Alessio! Jadeo con fuerza tomando el cabello de su esposo con fuerza.

—Si mi amor, lo sé. Responde este besando sus labios.

Los vaqueros de la castaña comenzaron a ser deslizados por sus piernas, rápidamente la chica bajo la cremallera de los pantalones de su esposo. Con sus delicados dedos saco su miembro, este hizo a un lado las bragas de ella. Con ayuda de la castaña condujo su sexo hasta la cavidad de su vagina.

Ella estaba ansiosa, siempre que hacia el amor con su esposo era tan placentero. Siempre que tenían la oportunidad devoraban sus cuerpos… cuando Lía sintió aquella penetración, inclino la cabeza hacia atrás.

Alessio se aferró a la cintura de su esposa para poder embestirla con más profundidad… la posición era algo incomoda, pero aun así no deja de ser buena. Entraba lentamente y salía rápido. Repetía una y otra vez aquellos movimientos, sabía que eso le gustaba a ella.

—¡Ah! Alessio, si… por favor sigue, no te detengas amor. Exigía la joven entre gimoteos.

El rey seguía dentro de ella, embistiéndola con potencia. Mientras que la luz azulada de la luna reflejaba atreves de los cristales, dándole un aspecto hermoso a su esposa. Con aquellos cabellos desordenados, y la palidez de su cuerpo. La visión era única, jamás se cansaría de hacerle el amor.

Poco a poco las paredes vaginales de la castaña se empezaban a contraer, significando que el orgasmo estaba por alcanzarla. Acelero las penetraciones en aquella cavidad estrecha, cuando de pronto ella jadeo con mucha fuerza. Clavando las afiladas uñas en la base de su cuello.

—Si. Si. Si. Amor, joder siiiii. Grito pegando más su cuerpo al de su esposo.

Eso solo le proporciono más placer al vampiro, lo que acelero la llegada de su propio orgasmo. Descargándose todo dentro de ella.

—Joder, amore… ¡esto sí que me encanta!

—Ni que lo digas. Responde la joven faltándole el aire. —Podría pasar la eternidad así contigo. Esta sonríe dejando la frente sobre su hombro.

—Ya vez lo que pasa cuando me muerdes. Yo solo me defiendo preciosa.

—¡Que gracioso eres! Ni te pareces a un rey.

Este sonríe con gracia. Alejándose un poco de su mujer, guarda su pene y acomoda sus pantalones. Se saca el saco para colocarlo sobre los hombros de su esposa. Ya que su ropa estaba hecha trizas.

—¡Debes ser más gentil! Le dice metiendo los brazos por la prenda de ropa.

—No puedo hacerlo. ¡Ya lo sabes!

Este la ayuda a ponerse en pie mientras la observa cubrir la desnudez de su cuerpo… Alessio tenía algo muy importante que decirle, solo que no sabía cómo abordar el tema.

—Amore… le dice con voz baja, a lo que ella levanto la mirada.

—¿Qué pasa? Pregunta con ingenuidad.

—Debo… debo viajar a Bérgamo.

La chica abre los ojos como platos, Alessio sabía que no le iba agradar esa idea. Llevaban dos años confinados en aquel castillo. No  es que se aburrieran en él, ya que  sus dominios eran amplios. Tenían mucho terreno que recorrer, explorar. Y en dos años aun no lo habían recorrido por completo. Fuera de eso, todo ese tiempo había sido muy tranquilo cargado de paz.

Y sobre todo y lo más importante de todo… cero guerras y muertes.

Proteger a Lía era su misión, Dante le había contado que los cazadores siempre estaban cerca. Merodeando por las calles. Claro aún no daban con sus negocios, por ende Matteo podía ir y venir sin problema de ser seguido.

Pero luego de dos años sin dar la cara en sus negocios, ya iba siendo hora de aparecer. Aunque sea tan solo una vez por mes. Pero no estaba seguro como iba a reaccionar su esposa con aquella decisión. Ya que le había prometido que no regresaría a Bérgamo.

—¿Pero a qué vas a ir para allá? ¿Piensas dejarme sola? La joven le reclama.

—Debo atender unos asuntos Lía, ya ha pasado mucho tiempo.

—Dante se ha estado encargando sin problema, ¿para qué tendrías que ir?

—Porque yo soy el jefe, y porque no pienso esconderme toda la vida amore.

—Nadie dice que nos estemos escondiendo Alessio, solo estamos viviendo.

—Nos escondemos en este castillo, y no pienso hacerlo más. Soy un rey, viajare a Bérgamo a retomar mis negocios.

—¿Y qué hay de el?

—Si me busca, me encontrara. Yo le tengo miedo amore. Este rosa la mejilla con sus nudillos. —Sabes bien que tarde o temprano lo matare. Le dice serio.

A Lía se le aguan los ojos al escuchar hablar a su esposo, ella sabía que eso era una posibilidad pero nunca la quiso aceptar. Ella no quería que Noah muriera.

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