*Alejandra*
Todo lo que sube tiene que bajar, de una u otra forma lo hace, y nada dura para siempre...
—¡Necesito tu ayuda!
Un David, asustado llega corriendo hasta la esquina de mi silla, donde me encuentro concentrada mi laptop.
—Si te has drogado y quieres hacerte el bueno conmigo, no va a funcionar. —advierto con hostilidad, sin siquiera levantar la mirada—. Ve y tírate de un acantilado...
De un rápido movimiento él saca una de las sillas y toma asiento al otro lado de la mesa. Guardando lo que estoy haciendo dejo escapar un suspiro irritado para después levantar la mirada, sin ningún toque de amabilidad hacia él.
En todo el día mi humor no ha sido el mejor, y ahora este viene y actúa como un loco.
—Te lo estoy pidiendo en serio, si es de arrodillarme para pedirte perdón por como me he comportado todo este tiempo, lo hago. —indica con voz sofocada. Frunzo el ceño ante ese tono y como su mirada refleja preocupación.
¿Quien entiende a las personas?
Desde que comenzó a trabaja