Capítulo 28

Noah se había ausentado por espacio de dos horas y estaba preocupada. No tenía forma de saber de él y de la razón de su demora. La enfermera se marchó minutos después de que él lo hiciera y regresó una hora más tarde para quitarme la intravenosa. Cuando le pregunté por Noah, no supo decirme nada. Para colmo, tanto en el cubículo como en el pasillo reinaba un silencio perturbador, casi sepulcral, lo que significaba que no había nadie cerca a la que pudiera pedirle algún tipo de información.

Cansada de esperar, me bajé de la camilla y puse mis pies sobre el piso frío, sintiendo cómo mis plantas se helaban al contacto, pero importándome muy poco, y caminé de espacio hasta la puerta. Al abrirla, la luz del pasillo perturbó mi visión, en contraste con la escasa iluminación que había en la habitación desde que la enf

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