La épica batalla llegó a su fin, y en esta batalla, no hubo un claro ganador.
Si uno tuviera que elegir, sería el Rey Marciais, porque aprovechó la oportunidad durante esta batalla para alcanzar el Decimoquinto Grado del Camino de Marciais y dominar completamente el Arte Marcial Divino.
Taran estaba de pie con las manos a la espalda, observando al Rey Marciais en silencio. No pronunció palabra alguna. Su cuerpo parecía moverse lentamente mientras se alejaba en el vacío. Sin embargo, ya había desaparecido cuando los seres vivos distantes recobraron el sentido.
"Quédate con la tarjeta de invitación para la Convención de Orstellen", dijo el rey Marciais mientras conjuraba una tarjeta de invitación, y ésta desapareció junto con Taran.
El rey Marciais se acercó a James. "Santo Zuriel, está arreglado", dijo con una sonrisa despreocupada.
James le hizo un gesto con el pulgar hacia arriba. "Impresionante".
"Más o menos", respondió el rey Marciais, de buen humor tras su avance.
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