La mirada de James estaba clavada en Delainey.
Llevaba un vestido rojo antiguo y flores bordadas con abalorios en la cabeza. Sus rasgos eran finos y delicados, y su piel clara y suave. Con una espada en la mano, el carisma que desprendía acentuaba su belleza.
En ese momento, el resto de la Secta del Monte Trueno se acercó a James.
Sus miradas estaban fijas en James.
Cuando James se retiró a las montañas hace tres años, la noticia de que había decidido recluirse se extendió por todo el mundo. Era el artista marcial más joven y brillante que existía, por lo que cualquier noticia que le concerniera se propagaría como la pólvora. Luego estaba Thea. Aunque al principio era una mujer normal y corriente, en un año se convirtió en una de las personas más poderosas. Sería imposible no llamar la atención.
James miró a Simon y lo saludó respetuosamente: “Simon…”.
“Mmm”. Simon asintió ligeramente antes de mirar a Thea y Callan, saludándolos a ambos.
“¡Pfft!”, gruñó Thea.
En la secta