El silencio tenso se extiende unos segundos más mientras Silene ve de forma retadora a Jeremiah, hasta que es Henry quien lo corta.
—¿Ese imbécil es tu hijo?
—Cállate —le responde Jeremiah con voz fría y Henry da un respingo—. No tenía idea de que estuvieran aquí, ¿qué pasó?
—¿Cómo? ¿Tu protegido no te lo dijo? —sisea Silene y mira a Henry con desprecio—. Pensé que al menos tendría los huevos para reconocer que mandó a liquidar a mi hijo, pero se equivocó y a quien terminó hiriendo de gravedad es a Elena, la mujer de mi hijo.
—No sé de lo que habla, señora… —gruñe Henry, pero Jeremiah se voltea y le grita.
—¡Te dije que te callaras! ¡¡Aprende alguna vez en tu vida a hacer lo que te mandan!!
—&i