En el instante en que Noah se despierta y mira a su mujer dormir a su lado, sonríe feliz sin saber el enorme caos que le espera. Sale de la cama sin hacer mucho ruido y se va a su gimnasio en casa. Al terminar se va a la cocina para prepararse un batido especial y ahí se lo encuentra Elena, quien lo abraza por atrás, pero Noah se siente incómodo.
—Cariño, estoy apestoso.
—Hueles a hombre —él se gira y se la queda viendo—. Tu sudor no me desagrada, es… raro, pero me encanta, me recuerda cuando estamos en la intimidad —se muerde el labio y se sonroja un poco. Noah pasa saliva porque esa confesión y esas palabras lo dejan alborotado.
—Tú… eres una bruja —la toma por la cintura y la levanta para dejarla sobre la isla de la cocina, ella da un pequeño grito por la sorpresa y pronto su piernas están rodeando a Noah.
—P