El Maestro Magaera había sido gravemente herido cuando regresó a la Isla Flotante. Por eso había decidido no viajar a la Montaña Sellada del Diablo y prefirió quedarse para restaurar sus poderes.
"Tienes razón", le dijo la Emperatriz Heidi a Magaera, pero su pecho seguía palpitando ansiosamente.
En ese momento, una serie de sonidos surgieron de la plaza, haciendo que muchos funcionarios levantaran la cabeza y miraran hacia arriba.
"¡Han vuelto!".
"De verdad son ellos".
Más de diez mil soldados de la Región Divina avanzaban a una velocidad frenética por el aire. Parecían estar completamente exhaustos y sus rostros parecían afligidos.
Habían regresado.
La Emperatriz Heidi se llenó de emoción al ver aquella escena. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que el Emperador de los Nueve Cielos no estaba entre el grupo, se dio cuenta de que algo estaba mal.
"¡Su Majestad!".
Darryl y los soldados de la Región Divina habían llegado por fin a la plaza. Todos inclinaron la cabeza y cayeron