Queenie estaba llena de desesperanza y agonía.
Había pasado todos esos años vagando por el mundo con su maestra, aprendiendo innumerables habilidades y acumulando poderes. Sin embargo, parecía que ese mald*to desvergonzado mancillaría su pureza.
Eso era muy injusto.
Queenie no pudo evitar las lágrimas que corrían por su rostro. Podía sentir que los labios de Sergio estaban a punto de tocar los suyos y su corazón se marchitaba sin remedio.
“¡Deja de hacer lo que estás haciendo!”.
En el último segundo, un rugido sonó detrás de ellos.
Todos voltearon a ver quién era y se sorprendieron por la escena que los recibió.
Parecía que Darryl se había despertado y se quedó allí en silencio. A pesar de su rostro pálido y su exterior frágil, su mirada estaba inyectada en sangre y su aura lucía aterradora.
“¡Cuñado!”.
“Darryl, estás despierto”.
Celine y Queenie recuperaron el sentido simultáneamente después de una breve pausa en estado de conmoción, exclamando con una alegría apenas conteni