Pensó que se sentiría increíble tener un trago con la Honorable Pianista de fama mundial.
¡Qué descarado!
Celine no pudo contener su ira. Ella gritó con frialdad: “¿No tienes vergüenza, animal? ¿Crees que tienes derecho a tomar una copa conmigo? Sigue soñando”.
Celine estaba lívida de furia, pero también estaba nerviosa.
¿Qué haría ella si ese mald*to desvergonzado hiciera un movimiento sobre ella?
Junto a ella, Queenie también temblaba de rabia. Ella no pudo evitar gritar: “Mald*to b*stardo desvergonzado. Los imbéciles como tú ni siquiera merecen estar en la presencia de mi maestra, ¡y mucho menos beber contigo! En todo caso, es mejor que bebas aguas estancadas”.
El rostro de Sergio enrojeció en un feo tono rojo al instante mientras su mirada se endurecía. “¡Mald*ción, ya he sido lo suficientemente amable!”.
Luego, Sergio recogió la petaca de alcohol. Se lo acercó a los labios de Celine y gritó: “¡Toma!”.
Ella era la Honorable Pianista, pero ¿y qué? Ese título no significaba n