Thea pisoteó con ansiedad, pero no sabía cómo refutar a Darryl de manera convincente.
Darryl era terco.
“¡Darryl, eres demasiado atrevido!”, comentó Seth hoscamente. Él luego señaló a Darryl y lo regañó: “¿Estás confrontando abiertamente a toda la Ciudad Perla?”.
Darryl se rio entre dientes y dijo: “Alcalde, no uses ninguna de tus ridículas excusas para intimidarme. Si tienes la intención de proteger a Grady, ¡solo dígalo en voz alta!”.
“Alcalde”. Grady luchó por levantarse del suelo y gruñó con amargura: “Darryl me golpeó delante de tanta gente y está siendo tan irrespetuoso con usted, ¡debería actuar de inmediato! ¡Ya no hay necesidad de perder el tiempo hablando tonterías!”.
Sin dudarlo, Seth señaló a Darryl y dio una orden: “¡Guardias! ¡Arresten a Darryl ahora!”.
¡Tara, tara!
Pronto, los guardias entraron corriendo al salón; había cientos de ellos.
Esos guardias estaban a cargo de la seguridad de la Ciudad Perla. Ellos informaban directamente al Alcalde y todos eran bastant