Las palabras de Alexandra eran duras, que enfadaron a Rosalía.
Rosalía, estupefacta por su pregunta, levantó la vista y vio a la señora Vargas allí, y se le iluminaron los ojos, —señora Vargas.
Al ver esto, la señora Vargas iba a marcharse a escondidas, pero Rosalía se la impidió.
La señora Vargas solo pudo decir, —Rosalía, es solo un vestido, no seas tan mezquino.
Al fin y al cabo, las personas que acudieron hoy a este desfile eran ricas.
Normalmente podían tener algunas peleas, pero nadie hacía una escena por la ropa.
Rosalía escuchó las palabras de la señora Vargas, y se dio cuenta de que la miraban con burla, y al instante, mostró una expresión inocente.
Un hombre que estaba al lado dijo, —esta señorita guapa va a llorar, de todas formas es poco dinero, págaselo.
Magnolia habló en voz baja, —No es imposible que quiera una compensación, señorita Núñez.
—Tracy, no tienes que hacerle caso a Rosalía.
Magnolia miró a Rosalía, —Pero tú también has ensuciado mi vestido, así que yo pagaré