Lolita se quedó paralizada con el rostro rígido. No había oído mal que Diego mencionara un castigo. De repente, su mente se inquietó.
"¿Castigada?", repitió Lolita las palabras de Diego.
"Sí, debes ser castigada por poner sal en mi café", dijo Diego.
"Pero..."
"No quiero oír nada, te espero en el jardín."
Lolita dio una patada en el suelo, molesta. Pensó que se saldría con la suya. Resulta que Diego la persiguió. ¿No debería haberlo previsto Lolita? Sin embargo, aparentemente Lolita subestimó al hombre.
El jardín delantero de la casa, cubierto de hierba, se veía limpio, y la fuente que se alzaba robusta en el centro también estaba cristalina. Sin embargo, Diego todavía le ordenó que la limpiara. ¿Qué clase de broma es esta?
"¿Qué hay que limpiar? Todo está limpio."
"Precisamente, debes buscar basura y ponerla en el basurero hasta que esté lleno. Si aún no está lleno, no te detengas."
"¿Qué?", Lolita no podía creer lo que oía. ¿Cómo podía darle un castigo tan absurdo?
"Esto va para tod