POV de Adriana
ón, pero la otra seguía alerta.
—¿Qué tan mal está la situación?
Diego soltó mi mano y se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas.
—Bastante mal. Si este cabrón consigue lo que quiere, podría hundir la compañía.
Suspiré y me masajeé las sienes.
—Dime qué necesitas que haga.
Diego me miró, sorprendido.
—¿Estás segura?
Asentí con firmeza.
—Si vamos a hacer esto juntos, más vale que me prepares para lo que viene.
Diego sonrió de lado, y por un instante, vi un destello del hombre del que me enamoré por primera vez.
**
Las siguientes semanas fueron una montaña rusa de reuniones, estrategias y momentos de tensión en los que parecía que todo se derrumbaría.
Y no solo en el negocio.
La presión empezó a afectarnos.
—No puedes simplemente ignorarme cuando te pregunto algo, Diego —le solté una noche después de una discusión sobre su equipo legal.
Él se frotó la nuca, frustrado.
—No lo hago a propósito, Adriana. Solo… hay demasiadas cosas pasando al mismo tiempo.