“¿Qué es tan gracioso, Alex? ¡Realmente me sentí lastimada por cómo tu padre me menospreció, sabes!”, reclamó Savannah, entrecerrando sus ojos.
Alexander se sentó en el sofá y le ofreció su mano. Le indicó su regazo y le instó: “Ven aquí”.
Savannah se sentó en su regazo y envolvió sus brazos alrededor de su cuello. Apoyó su cabeza en su cuello y comentó: “Odio decir esto, Alex, pero tu padre y tu madrastra no son mi tipo de suegros”.
“Lo siento”, dijo Alexander. Besó su frente y le aseguró: “No te sientas mal por cómo mi padre tiene la intención de desheredarme. Puedo sobrevivir. Si bien es cierto que tengo acciones en su empresa, y me da dinero de vez en cuando… solo es su forma de compensar por no ser un padre para mí. Todavía hasta ahora me estaba intentando contentar con dinero y coches”.
“Pero Savy, no necesito su dinero”. Se rio y agregó: “Y definitivamente no seré pobre sin la ayuda de mi padre. ¿Qué te dio esa idea? ¿Olvidaste que gané 2.6 millones de dólares del Abierto de