Nos levantamos, cogí el ramo y salimos de la habitación. Un par de lobas que trabajaban en la Casa de la Manada nos vieron y comenzaron a cuchichear emocionadas. Cuando llegamos a la planta baja, todos los trabajadores se habían asomado para vernos. Aquello me puso terriblemente nervioso y para cuando llegamos al lado de Mar, estaba sudando.
— ¿Nervioso? — preguntó con una risita.
— Mucho. Sigo pensando que debiera ser algo más... privado.
— Entonces mejor no digo que en todo Luz de Luna ya están cuchicheando, aunque se han molestado de no involucrar a Emily. Incluso en la forja están esperando a que aparezcas.
— Eso no me ayuda. Me siento como un mono de feria.
Mar tan sólo sonrió.
— Creí que ya estarías acostumbrado a que observen cada cosa que hagas. — Los ojos de Mar se nublaron un momento — Ya está en la forja. ¡Buena suerte! — me dijo y me empujó con suavidad hacia afuera.
Nada más salir, no pude evitar notar todas las miradas mirándome fijamente y cuchicheando. El corazón come