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Efectivamente, toda la noche llovió, y al siguiente día continuo.
Como de costumbre, Marco ya se encontraba despierto preparando un poco de café al igual que el desayuno para él y su alumna.
Había optado por no levantarla y darle tiempo. Necesitaba un poco de espacio al igual que él, aunque presentía que el clima no lo ayudaría pues comenzaba a sentirse cansado así como el cambio de la temperatura corporal.
>>Ya pasara<< sirvió los alimentos tratando de convencerse de que estaba bien.
Por otra parte, Mariana se había levantado más temprano de lo normal. Percatándose que su siglo menstrual había terminado, y se sentía libre para moverse.
>>Otro día de pesadilla<< se miró al espejo, retirándose de inmediatamente para asearse y vestirse, continuando con la rápida salida de la recamara y su parada matutina que resultaba ser la cocina.
–Buenos días –miro de reojo al hombre, sentándose, frente a él, en una silla del comedor de la servidumbre.
–Buenos días…
–Puedes servirme mi de