Sorprendida giré mi cabeza de golpe, topándome con aquella mirada tan inusual e inquisidora que posee Seliet y en la que por primera vez leo leves rasgos de preocupación completamente visibles para mí, él se encontraba a pocos metros de mí con su brazo extendido encontrándose sus dedos levemente enrollados entre la tela de la blusa que yo portaba.
—¿Porque me detienes?
En su rostro no se formó ninguna expresión todo en el salvo sus ojos, era un enigma indescifrable pa