ESTÁN OBSESIONADOS CONMIGO
ESTÁN OBSESIONADOS CONMIGO
Por: Livi Ruiz
EL NIÑO EN PROBLEMAS

ElieElie… ¿Es cierto que usted golpeó a una de sus compañeras de sed?

—¿Es cierto que se acostó con el director para obtener el papel?

Elie, por favor conteste nuestras preguntas, Elie

El sonido incesante de los periodistas, preguntando las cosas más absurdas habían llegado a sus oídos, lo curioso, era que entre ella, más intentara aclararlo, aquellos solían inventar cosas aún más terribles.

Según todas aquellas personas ruines, ella terminaba siendo como la única persona con la suficiente maldad como para actuar de manera poco, ética.

Qué barbaridad, Elie López, solo era una actriz que se concentraba en su trabajo, una mujer que le importaba muy poco los rumores que la rodeaban, muchos la consideraban indiferente y rebelde.

Algunos indicaban que no era más que un ser incompresible, otros, admiraban su trabajo, otros con el afán del morbo a que haría, solían llamarse sus admiradores y solían, incluso, muchas veces, crear peores rumores de los ya existidos.

—Esa mujer puede que sea muy hermosa, pero sin duda no es más que una…

—Silencio puede escucharte, recuerda que suele siempre estar muy al pendiente de sus rumores y envía a sus amantes a golpearte…

Una exclamación de terror se escuchó tras ella, Elie solo sonrió, aun con los lentes cubriendo sus hermosos ojos, y pensó en el hecho de que nunca había actuado de tal forma.

Solo había ocurrido una vez y había sido ella, quien le había dado una paliza al hombre, aquel se había atrevido a sobrepasarse con el afán de ser no solo su admirador, sino también hombre enamorado.

Era algo que nunca permitiría, por lo que decidió darle una paliza, digna de alagar por su padre.

Pero de nuevo el sonido del flash de la cámara y los gritos llenos de malos comentarios de los periodistas habían traído a la realidad a Elie, quien frunció el ceño y decidió que las cosas no serán tan faciales en aquel país.

Se suponía que regresaría con tranquilidad, que nadie sabría sobre su regreso, pero las cosas nunca solían ser como ella deseaba, las personas solo la buscaban con la intensión de crear malos rumores, de hacer de su vida un problema.

Todos en aquel país eran de aquella manera, iniciando por aquel hombre que esperaba en la entrada del aeropuerto, quien al ser visto solo fue acaparado por los periodistas, dándole una excusa perfecta para poder escapar.

ElieElie

Parecía que ella no había logrado escucharlo, pero solo parecía, pues ella siguió camino hacia el estacionamiento, con el afán de encontrar otra salida, el hecho de tener que lidiar con otra víbora más en su día de bienvenida, no tan bienvenida, era algo que deseaba evitar.

Fue una lástima que los problemas parecían perseguirla, pues de la nada un pequeño niño había chocado contra ella, en bien había pisado el estacionamiento, en lo que noto el leve movimiento de nervios de su parte.

Había dos cosas a las que Elie López no podía negarse, aquellos eran los animales y el otro era los pequeños niños, sobre todo como aquel, el hermoso niño frente a ella, que imagino que tendría unos hermosos cinco años. Justamente como lo tendría él, sí aún estuviese vivo.

—Pequeño bebé, ¿Qué ocurre?

Ella no tuvo tiempo de nada más, aquella simplemente noto como un par de hombres enormes, la habían empujado haciéndola caer al suelo pavimentado y sucio, mientras el pequeño niño dio un estruendoso grito qué logro alertarla

—¿Qué se supone que hacen? Esta no es la manera de tratar a un niño…

Aquellos habían ignorado las palabras de Elie, quien noto como uno ellos, cargaba al pequeño a pesar de sus gritos y su acto de rebeldía, era más que suficiente.

Ella no permitiría que las cosas se presentaran ante sus ojos sin más.

No estaba dispuesta a que aquel pequeño fuese robado, por la simple y llana razón que no había hecho nada, cuando podía hacerlo.

Elie se levantó de prisa de aquel sucio suelo y sin pensarlo dos veces, camino hacia el hombre, a quien le toco el hombro; y justamente cuando aquel giro sobre sus talones para observarla, ella le dio un fuerte golpe en la barbilla.

Aquello había sido más que suficiente, aquel se había tambaleado y ella terminó por darle otro golpe que lograría derrotarlo en el mismo sitio, por lo que mientras sacudía su mano con un fuerte de dolor por aquel terrible golpe.

Noto como el hombre soltaba al niño y corría hacia ella, era justo lo que deseaba, por lo que Elie con maestría había evitado el golpe de aquel y antes de que siquiera pudiese levantar la cabeza, le había acertado una estocada final en las costillas.

—No te levantes más, porque si lo haces te irá peor, créeme…

No había necesidad de golpearlo de nuevo, aquel se había quedado doblando intentando recuperar su aire, el tiempo era suficiente para que ella pudiese escapar, por lo que llego hacia el pequeño y lo observo a los ojos.

Aquel que parecía evadir su mirada, estaba nervioso, temblaba, no debió haber sido tan ruda, pero no había otro camino, era eso o que robaran el pequeño, por lo que se arrodilló ante él, aun con los ojos fijos en el par de hombres sospechosos y hablo suavemente.

Hey… tranquilo, hay que irnos, ¿sí? ¿Te irás conmigo?

El pequeño niño levantó su mirada, sus ojos azules llenos de lágrimas y su expresión llena de lo que parecía tantas cosas, Elie lo comprendió de inmediato, él necesitaba un más poco de compresión especial, un poco más de cariño.

Fue por eso que busco su pañuelo en sus bolsillos y lo ofreció con una tenue sonrisa, para que este limpiase su rostro lleno de lágrimas, quien lo tomo con delicadeza, mientras parecía observarla sin alejar su mirada por un segundo.

Él parecía buscar algo en ella, no, parecía haber encontrado algo, pues aquel tomo su mano extendida y sus ojos brillaron de una manera que aquella sin duda había quedado maravillada.

—Buen niño, ahora vamos a la oficina de personas perdidas, tus padres deben estar buscándote, no me iré hasta que encontremos a tus padres, ¿está bien?

Él no había hecho una sola señal, pero ella consideró que era más que suficiente, por lo que sonrió con delicadeza y simplemente camino con este de la mano, mientras ella les daba una última mirada a los hombres un poco preocupada.

Debía tener cuidado con aquellos extraños y agresivos hombres, por lo menos aquello pensó, mientras ingresaba a las escaleras del aeropuerto, evitando como siempre los ascensores.

Pero entonces, justamente, cuando había dado unos cuantos pasos hacia los primeros escalones, un hombre se mostró ante ella, aquel bajaba con toda la elegancia de un depredador, mientras ella se preguntaba quien era aquel.

No tuvo tiempo de hacer preguntas, al niño que había dado un gruñido y mucho menos al hombre que había hablado ante su sorpresa.

—Deme una razón, para no hacerle pagar a la mujer que robo mi hijo…

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