─ Pitillo ─ susurró la mujer y en mi pecho ese órgano vital, se removió con fuerza, observo nuevamente a Samantha y ella está con su entrecejo igual que el mío y estoy seguro que su pecho también está igual.

─ ¿Quién eres? ─ Le preguntó a la mujer, aunque puedo reconocer de quién se trata la paciente, a pesar que en su ingreso anterior, no aportó su nombre, ni identificación alguna. Ella mueve los hombros.

Tomo el historial médico para leerlo y su ingreso vuelve a ser por el mismo motivo, sobredosis de sustancias psicotrópicas.

─ Si deseas podemos llamar al tal pitillo, para que venga ayudarte ─ menciono y ella busca mi mirada, me observa y luego mueve sus labios riendo, pero sus ojos reflejan gran tristeza y pesar, también el deseo del consumo de alguna droga.

─ Tendrías que morir, para llegar a él ─ se ríe con tristeza.

─ ¿Yo te lo recuerdo? ─ Le pregunto tratando de ocultar la curiosidad.

─ Solo tus ojos, esa mirada ─ musita.

─ ¿Cuál es tú nombre? ─ Le pregunta Samantha y ella guar