Capítulo 8; Bajo tu boca

~Luck~

—No sé hacerlo.

Noto la inocencia en la mirada de Marian, pero también sus ganas de seguir, es curiosa y eso me gusta. Está roja y desnuda ante mí, su cuerpo es un templo y su sabor exquisito.

—Haz lo que pienses que debes hacer, yo te guío.

Muerdo su labio, haciéndola gemir. Me queda mirando, me toma de la cara y me besa suavemente disfrutando segundo a segundo del beso, sus labios se alejan de los míos y empieza a besar mi pecho desnudo logrando que me estremezca, puedo sentir lo húmedo que están sus labios, recorre mi cuerpo y sin que yo la espere agarra mis dedos y los introduce en su boca chupando uno por uno y de cierta manera es tan placentero que no puedo evitar gemir ante sus caricias. Creo que ni siquiera ella sabe todo lo que me está causando.

La veo bajar a medida que besa mi cuerpo y cuando queda frente a mi miembro lo acaricia lentamente con movimiento suaves logrando que la sensación de placer aumente, puedo sentir cómo besa mi entrepierna y pasa su lengua por, ella los pequeños mordiscos y caricias que hace con su boca en mi piel y a mi miembro se sienten bien.

Comienza por lamer suavemente con su lengua sujetando mi miembro por la base. Es como si quisiera hacerme esperar y cada segundo me hace sentir la necesidad de querer más. Hace una suave succión en mis testículos, haciendo que la excitación me llene, los aprieta y juega con ellos, pasa su lengua por ellos y no evito sonreír al verla. Lo lame por completo y lo introduce todo en su boca, haciendo movimientos suaves, rápidos e intermedios que hacen que el ritmo se vuelva mucho mejor y más placentero, puedo ver que se cansa, pero no se detiene porque cada vez que lo saca de su boca los movimientos de su mano aceleran, dándose oportunidad de tomar aire, esto es lo mejor que está haciendo.

Verla de rodillas ante mí me hace sentir poderoso y me hace sentir que puedo tener el control de ella, así que envuelvo su cabello en mi mano y sabe lo que tiene que hacer porque introduce mi miembro en su boca y cada vez que me pongo su cabeza el sonido producido se vuelve exageradamente excitante y siento que no puedo más.

Sin necesidad de maltratarme con sus dientes acelera los movimientos logrando que no pueda más y me venga encima de ella, sonríe mirándome y viendo cada expresión de mi rostro que debe estar rojo y se me han marcado las venas por el orgasmo que he tenido. Esta mujer sabe lo que debe hacer.

—¡Carajo! ¿Dónde aprendiste todo eso? —gimoteo, mirándola.

—Era virgen, no santa.

Como si supiera lo que yo quisiera se levanta y busca mis labios para que yo sienta mi sabor, ya no es un beso lento, ahora es un beso lleno de furia y ganas, sinceramente, no pretendo dejarla ir quedándome con ganas, así que la cargo apretando su trasero y la dejo tendida en la cama quedando encima de ella y entrando en su intimidad sin compasión alguna, cada estocada es más fuerte que la anterior, escucho cómo se queja y sé que le está gustando y no me quiero detener; Los dos disfrutamos del sexo.

El sonido producido por cada embestida llena la habitación, puedo decir que es un sonido placentero y por su cara roja y sus labios entreabiertos sé que está disfrutando, sentir el calor producido por su cuerpo y me gusta, aunque esto sea prohibido, sin embargo, no me puedo detener, este es el pecado más exquisito que he probado y no pretendo arrepentirme, aunque sea la prometida de mi hermano.

Cada rol es diferente entre nosotros y no pasa mucho tiempo cuando los dos tenemos un orgasmo al mismo tiempo que nos deja sin aliento y hace que se escuche un gemido que llena la habitación y los dos caemos uno del lado del otro.

—Hay que bajar, nos deben estar buscando.

Marian se levanta y se viste, me quedo viendo la cicatriz que lleva en espalda, trato de tocarla y se aleja.

—¿Qué te sucedió?

—Nada, no preguntes.

Se termina de vestir.

—Bajaré yo primera, no quiero que nos vean bajar juntos.

Suelto una risita al escuchar lo que dice, hace unos segundos no parecía tan preocupada.

—No nos verán, Stefan está feliz con Renata —me visto—. Debieron seguir siendo novios.

Se queda mirándome al escucharme hablar, creo que no sabía nada, pero bueno, es la verdad.

—¿Tu esposa y Stefan eran novios?

—Sí, cuatro años.

—Nunca lo mencionó.

—Mi hermanito es muy… ¿prudente?

La miro.

—Ya baja.

Asiente y sale de la habitación, creo que ni siquiera se ha dado cuenta del rojo que le dejé en el brazo, veamos qué tan buena es para las mentiras.

Ha pasado una hora, todos parecen animados, parece que la están pasando bien. Ya tenemos más de un trago encima, no se puede negar que el momento se ha vuelto agradable. Mi esposa está contenta por su cumpleaños, se puede decir que ha disfrutado.

—Me cae bien Marian.

Renata pasa su brazo por mi cintura.

—Es bellísima, ¿cierto?

—¿Te cae bien o solo finges? —le sonrío, besándola—. Y sí, es una mujer hermosa.

—Lo de fingir lo aprendí de ti, cariño.

Niego con mi cabeza, sin borrar la sonrisa.

—Quiero estar contigo.

—Hay gente, esperemos, Luck.

—Te cogí frente a mi hermano, no te hagas la inocente.

—Dije que esperes.

Se aleja y se va con los invitados poniéndose a bailar con ellos, se ve feliz.

Si supiera que acabo de estar con Marian en su propia habitación ni siquiera estaría siendo tan feliz. Quizás vuelva a romperse cuando sepa que rompí los límites, pero ella no es tan santa como parece ni yo tan inocente como todos creen.

Aquí todos tenemos secretos.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP