Rebecca observa a Magno, quien sigue en silencio sin dirigirle la palabra. Luego, ella vuelve a hablar.
– Hasta donde sé, el único que fue un imbécil conmigo fue él. Nadie más. Entré esa noche al bar decidida a encontrar al hombre más estúpido que pudiera. – Ella mira a Peter. – Alguien que pasara la noche dándome placer, aprovechando cada centímetro de mi cuerpo. Algo que tu hijo nunca sabrá cómo es, porque nunca me volverá a tocar. Quería a alguien que ni siquiera se molestaría en llamarme al día siguiente. Así que no me importa que se haya ido, porque obtuve exactamente lo que buscaba. – Robert golpea la mesa, asustando a todos.
– Levántate de esta mesa ahora. Si estás contenta de ser una puta, no perteneces a esta familia. Ahora estarás castigada en casa, reflexionando sobre tus acciones. Ya no avergonzarás a nadie más, ¿entendiste?
– Ya no soy una niña. No me quedaré castigada. – Estaba exhausta de la vida que solía llevar. – Regresaré al campus. Entonces, tu preocupación de que