—Me tienes loco desde que apareciste por esa puerta con ese vestido, tengo ganas de comerte entera— dice viéndome a los ojos y llegando hasta donde esto con intensión de darme un beso ¡se volvió loco!
—No quiero.— Digo temblando.
—Está bien, no voy a obligarte, vamos a dormir— Me dice él.
—Bien.—