Al día siguiente: 17 de julio
Saberla tan cerca y lejos a la vez ha sido una tortura para mí. La noche se me hizo eterna, no entiendo como pasamos de aquellos días de ensueño a esta mezcla de rabia y pesadilla. Algo que debía ser bueno ha terminado poniéndonos en veredas opuestas que me ha llevado a hacer cosas que no quería.
Salgo de mi cuarto en medio de todas mis contradicciones, y al llegar a la cocina, me sorprendo al verla a ella comiendo helado a cucharadas directamente del recipiente, eso sin mencionar el corto camisón que aun lleva puesto y que podría resultar ser una gran herramienta para distraerme. Miro la hora tratando de asegurarme de que no me he quedado dormido y me doy cuenta de que todo está en orden.
—¿Helado a las ocho de la mañana? —pregunto y su mirada lo dice todo.
—¿Acaso hay un horario para comer helado? ¿o es que también me lo prohibirás? —me reta.
«Respira profundo» me digo a mí mismo tratando de tranquilizarme ya que no quiero volver a tener un nuevo enfren