EL OSCURO JEFE DE MI ESPOSO
EL OSCURO JEFE DE MI ESPOSO
Por: Maria Pulido
CAPÍTULO 1

EMMA.

Miré la tira de embarazo mientras mis manos temblaron. No pude evitar colocar la mano en mi boca, mientras los sollozos salían sin control alguno.

¡Por fin!, aquí mismo estaba la salvación de mi matrimonio, y la respuesta de todas mis oraciones.

Estaba embarazada, y después de esto, solo habría felicidad en mi hogar detrás de todas mis tristezas, mis noches de llanto, y, sobre todo, de este luto que amenazaba con consumirme en cualquier momento.

Me lavé rápidamente la cara y luego me miré al espejo.

Ahora mismo estaba en el trabajo, pero sonreí de todas formas porque mi esposo trabajaba en el mismo edificio que yo.

Nos habíamos casado hace tres años cuando tenía 20, y en una semana celebraríamos el aniversario, sin imaginarme desde ya, que le tendría el mejor regalo a John.

John solo era 4 años mayor, yo, actualmente éramos 23/27, y aunque la gente decía que era un poco inmaduro, fue su gracia y su forma divertida de ver la vida, lo que llevó a enamorarme de él.

Ambos estudiamos en la misma universidad, ya que él comenzó un poco más tarde por sus problemas económicos.

Nos graduamos en finanzas, pero yo hice un máster de dos años en economía que había sido prácticamente uno de los principales conflictos a la hora de buscar trabajo.

Hace un año nos presentamos en una de las empresas millonarias Musk Inc., y fue después de dos semanas cuando ambos fuimos llamados a este extraordinario edificio de 50 plantas, a la que solo conocíamos unas pocas.

John había sido seleccionado para ser el gerente principal del área de tecnología que constaba de tres pisos, aunque él solo se encargaba de la parte financiera, por lo tanto, su oficina quedaba en la planta número 15. Y yo había quedado como una de las asistentes del área, y él mismo me asignó al piso número 13.

Me había explicado que mientras nos mantuviéramos más profesionales, mejor, y como amaba mi trabajo, no vi algún problema en ello.

Sequé mis manos con una toalla desechable, y salí para caminar hasta mi pequeña oficina, y guardar la tira en el bolso.

Había visto en internet diferentes formas de decorar una sorpresa con la tira de embarazo, y cuando me senté frente a la pantalla del computador, mi sonrisa se borró, cuando vi la foto encima de mi escritorio.

“No es un buen hombre… ¡No es más que un payaso!” las palabras de mi padre se repitieron en mi cabeza, y aunque ya había pasado tres años de su accidente, aún se sentía como si fuese ayer.

Yo había sido la niña consentida desde que tenía conciencia. Mi padre fue un sobre protector incansable, que siempre ahuyentaba a cualquier chico que se pusiera a mi lado.

Mi familia tenía buen estado capital. Papá había fundado una empresa de neumáticos de lujo que mantenía la vida costosa que mi madre, aunque ella nunca había sido considerada con él.

Se llamaba William… William Johnson, y con respecto a mi madre que aún vivía en este país y en la misma ciudad, cada día nuestra relación iba en picada.

—Emma… aquí están estos archivos… dicen que debes enviarlos antes de las cinco. Recuerda que estamos en cierre de mes… —tomé las carpetas que Ana me dio, y luego asentí.

—Muchas gracias. Lo tendré…

Ella me sonrió, pero antes de que se fuera, la llamé rápidamente.

Ana tenía dos hijos y estaba casada. Era la persona apropiada para pedirle un consejo.

—¡Oye…!

—¿Sí?

—¿Qué harías si tienes una sorpresa como ninguna otra, y quieres organizar algo para tu esposo? —ella se cruzó de brazos, y sonrió.

—Bueno… en mis 15 años de casada solo he aprendido que las cosas hay que vivirlas en el momento. Cuando la emoción está a flor de piel y cuando se respira en este día… ya sabes, nunca sabemos qué pase el día de mañana.

Parpadeé mirándola y luego asentí.

Ella tenía razón.

¡Y por Dios santo, había esperado esto por tres años!

—Gracias, Ana… eres maravillosa.

—No hay de qué…

Me levanté rápido, tomé la tira de mi bolso, y avisé un momento que iría a llevar unos documentos al piso número 15, que por supuesto, no era verdad.

No podía evitar la sonrisa en mi cara, ni mucho menos en cómo todo mi cuerpo temblaba de la emoción. John estaría extasiado, porque, aunque teníamos infinidad de problemas últimamente, sabía que deseaba este bebé como yo.

Hundí rápidamente el botón del ascensor, y esperé que este llegara a mi piso. Y para cuando entré y llegué al 15, saludé a las personas del lugar caminando rápidamente a la oficina principal de John, que estaba al finalizar la planta.

Cuando entré a la zona de recepción, noté que Jazmín, su secretaria, no estaba en el puesto, y por más que di vueltas para revisar el baño y todo alrededor, ella no se veía por ninguna parte.

De todas formas, no estaba cometiendo un delito, y John era mi esposo.

Me puse delante de la puerta, y giré el pomo con rapidez, para que el corazón se me cayera al estómago en los siguientes segundos.

Jazmín tenía la falda arriba de su torso, mientras que mi esposo, la embestía con mucha rapidez. La escena era demasiado para asumir de golpe, porque incluso viendo sus intimidades expuestas, no pude notar un preservativo incluso.

La tira de embarazo cayó de mis manos mientras la respiración se me atascó. Es como si hubiese recibido un puño muy fuerte en mi estómago que me había dificultado el paso del aire. Pero en cuanto ambos se dieron cuenta de mi presencia, fue como si la que hubiese cometido un delito, hubiese sido yo.

—¡Maldit@ sea! ¿Por qué no tocas? —parpadeé con mis ojos llenos de lágrimas mientras mis labios temblaron.

Jazmín se bajó de la mesa y bajó su falda sin ningún tipo de culpa, y luego se cruzó de brazos para mirarme de arriba abajo.

—Ya está… ya nos descubrió…

—¿Qué? —hice la pregunta totalmente conmocionada—. Ustedes… ustedes…

Era obvio que esta no era la primera vez.

John se haló el cabello y luego tiró la silla con ruedas hacia un lado.

—¿Qué pretendías Emma? ¡Tu misma me has llevado a esto!

—Hablemos en privado, por favor… —a pesar de mi estado, pedí.

—¿Y qué le vas a decir? ¿Vas a seguir rogándole? ¡Mírate Emma! No estás a la altura de John… incluso este trabajo tuyo es por causa de él.

Mientras mis lágrimas bajaban, lo miré a él.

Había ocultado mi máster por no llevar ventaja en nuestros conocimientos, había ido en contra de la voluntad de mi padre, porque desde que William conoció a John, hubo una lucha constante entre ellos.

Sin embargo, John se había beneficiado mucho de este dinero, y los viejos contactos de mi padre prácticamente nos habían concedido este trabajo.

¿Cómo podía decir ella esto? Y peor aún, ¿Cómo podía él dejar que lo hiciera?

No podía describir lo que estaba sintiendo en estos momentos. Había una fuerte decepción en mi alma, junto con una ira que quemaba mis entrañas. Este era el hombre que había estado durmiendo a mi lado durante estos tres años, el que respiraba mi aire, y al que le dedicaba mi tiempo absoluto.

Una parte de mí que estaba siendo lanzada hacia un tercero, y la sensación era indescriptible. Creo que uno nunca estaba preparado para esto.

—Jazmín… déjanos solos… —la mujer lo fulminó con la mirada, y pasó por mi lado empujándome un poco con su hombro, no sin antes agregar:

—Eres una perdedora…

La puerta se cerró de golpe, mientras John me miró y negó.

—Mira a donde has llegado Emma… ¿Crees que esto es felicidad? —mi mandíbula tembló, pero él rápidamente se dio cuenta de la tira en el piso—. ¿Qué es esto?

Bajé mi mirada, pero él se apresuró en tomarla, mientras sus ojos se abrieron rápidamente.

—¿Qué es esto?

—Estoy embarazada… quizás de unas 3 o 4 semanas… —y él me miró.

—Emma… no podemos. Hay muchos gastos y pronto seré promovido de mi cargo. Esto… no lo esperaba…

En este punto ya estaba deshecha, pero negué.

—No me importa eso… ¡Como a ti no te importa que acabo de encontrarte fallándote a tu secretaria! —lo golpeé en el hombro, pero él me retuvo las manos.

—¡Cálmate! Pediré permiso, nos vamos a la casa, también llamaré a tu madre.

La ira se encendió en mi cuerpo y comencé a golpear su pecho. Él mismo sabía lo que causaba su sola mención, y lo hacía adrede.

—¡Eres un bastardo! ¿Cómo me haces esto? ¿Cómo después de todo lo que he sacrificado por ti?

John me empujó para quitarme de su frente, y sin poder mantener el equilibrio, trastabillé, y me fui de espaldas cayendo al suelo duramente, mientras mis glúteos recibieron el mayor impacto.

Me levanté rápidamente del suelo cuando él quiso tratar de ayudarme, y aunque me gritó que lo esperara, solo corrí del pasillo hasta llegar al ascensor.

No esperé para meterme dentro, y ante la adrenalina, el llanto y la rabia del momento, espiché muchos botones del tablero hasta que las puertas de este se cerraron, detallando la mirada de John que estaba al final del pasillo.

Sin embargo, él se quedó allí de pie mirando, sin venir por mí.

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