Cecilia, que no conocía a Diego y no estaba segura de si estaba de acuerdo o no, se quedó mirando a Bosco con perplejidad.
El hombre tiró su teléfono sobre la mesita: —a dormir, está de acuerdo.
Al oírle decir eso, se calmó Cecilia, sus labios esbozaron una sonrisa suave.
Ya consiguió su propósito, no se quedó ni un momento más, estaba a punto de salir de la habitación.
Bosco la detuvo: —¿Adónde vas?
—Diana me sigue esperando en el piso, que está de mal humor, voy a ir a hablar un rato con ella.
—Diego estará allí.
—No se conocen bien, aunque hablen, será del caso, esperaré a que terminen —Diana estaba triste según su tono justo ahora.
Bosco se rio y dijo: —ella está más interesada en hablar con Diego sobre el caso que en que la consueles... Además, acabas de prometer acostarte conmigo esta noche... ¿Quieres faltar a tu palabra cuando ya has cumplido tu objetivo?
—No he faltado a mi palabra, esta noche era una ocasión especial —Cecilia apretó los dientes con rabia y alzó la voz. —Y Sol