“Eliza, no tienes que actuar como si fueras inocente”, dijo Chester con un bufido, “Todo el mundo sabe que Monte ha jugado contigo antes de esto”.

Chester se sorprendió por ese comentario que salió de su propia boca.

Sabía que siempre había hablado de manera desagradable, pero no esperaba ser tan desagradable.

No era su intención humillar a Eliza al venir aquí. Sin embargo, al ver la actitud de ella… simplemente se salió de control.

Eliza abrió mucho sus bonitos ojos.

Probablemente tampoco esperaba oír semejante comentario de Chester.

El silencio llenó el salón durante un rato. Chester pensó que se pondría furiosa, pero ella levantó la barbilla y arqueó las cejas con arrogancia. “Entonces, ¿estás triste porque te rechacé y no dejé que me engañaras?”.

Los ojos de Chester se oscurecieron. Se puso de pie y se acercó a ella lentamente. “Eliza, ¿estás tratando de provocarme?”.

“No sé a qué te refieres con eso. ¿Se supone que debo mostrar una mirada afligida y llorosa frente a ti par