Capítulo 28.
Jeremiah.
-¡Qué no, carajo! ¡El Alfa no está muerto!
Alfa... ¿Estarían hablando de mí?
Me esforcé por abrir los ojos y en cuanto lo hice me arrepentí profundamente. No estaba muerto pero mi cabeza dolía un montón.
-¡Alfa!
Siseé por el volumen. Tardé algunos segundos en identificar a uno de mis Omegas mirándome angustiado.
Parpadeé y todo vino a mi cabeza de golpe. Mi cabello oliendo a tinte rubio barato para evitar que mis enemigos me reconocieran, un sombrero que picaba mi cabeza como si tuviera pulgas, un granero que había visto mejores días, una subasta y mi hermosa compañera mirándome con la boca abierta cuando la compré por algunos centavos de mi cuenta bancaria.
Ella se arregló para el amor. Se veía preciosa y estaba entusiasmado por llevarla a casa... después de confesarle que era una pareja muy inútil y que su abuela estaba desaparecida.
Ya había ido con las panteras (sin éxito) y después fui a gruñirle a los osos.
Mi Beta Oscar decía que sería divertido ir con ellos y tomar a