Antes de que me vea alguien iluminando mi cuerpo, me pongo la capucha de mi abrigo y escondo mis manos en los bolsillos de mis pantalones. Espero que esto se pase cuanto antes, no quiero llamar mucho la atención. Intento no ponerme más de los nervios y así quizás se vaya antes.
Voy cada vez más despacio, intentando por todos los medios tardar más. Mi hermano se da cuenta y me coge del brazo para arrastrarme con él.
—Como tardemos más, el cabreo de nuestra querida madre irá en aumento y lo sabes a la perfección. Es mejor no hacerla cabrear.
¿Y él no comprende que si me ve así va a querer montar un gran escándalo?
—Lleguemos tarde o no, lo va a estar. Parece que no conoces a Annelien —bufo cansado.
Mi hermano frena en seco cuando se pone delante de mí, mira tras la capucha para ver si se ha quitado el color brillante.
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