Dos alfas enamorados
Dos alfas enamorados
Por: April Westein
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La familia Walsh era un conjunto de cinco individuos que habitaban una imponente mansión en las afueras de la ciudad. El padre, un hombre de mirada seria y distante, lideraba el hogar junto a su esposa, una mujer de elegante porte y voz suave. Sus tres hijos completaban la familia: el primogénito, Victor, un joven de carácter dominante y agresivo; Armando, el segundo hijo, considerado un bastardo debido a su origen; y el hijo menor, cuya presencia era más discreta en comparación con sus hermanos.

La tensión en la familia residía principalmente en la relación tumultuosa entre Victor y Armando, ambos alfas bastante dominantes. Desde temprana edad, Victor había demostrado su predisposición hacia la violencia y el dominio. En más de una ocasión, había golpeado severamente a Armando en peleas desencadenadas por el más mínimo desacuerdo. Esta situación había llevado a que Victor tuviera que ser sedado en momentos de estrés, para contener su ira y evitar daños mayores. Él tenía el cabello rubio, ojos azules, alto, rostro ancho, era bastante atractivo físicamente, lo cual contrastaba con su personalidad

La dinámica familiar se veía afectada por el comportamiento dominante de el joven, y su incapacidad para aceptar la oposición de los demás miembros. Las tensiones y conflictos eran frecuentes, generando un ambiente de constante tensión en la mansión. El padre, aunque intentaba imponer su autoridad, se encontraba atrapado entre la lealtad hacia su primogénito y la preocupación por el bienestar de toda la familia.

En medio de este escenario complejo, surgía Janet, una joven empleada de cabello rojo y ojos negros, mirada expresiva. Ella  desempeñaba labores domésticas en la mansión. A pesar de su posición como una simple empleada beta, cercana en edad a Victor, el padre de familia había considerado en algún momento la idea de unirlos, en busca de establecer una nueva familia y calmar la tormenta que reinaba en el hogar. Janet provenía de un pequeño pueblo y no tenía grandes aspiraciones en la vida, encontrando en su trabajo una forma de subsistencia y estabilidad.

Sin embargo, Janet no solo se limitaba a cumplir con sus tareas. Poseía conocimientos medicinales transmitidos por su abuela, lo que le otorgaba cierto estatus dentro de la mansión. A medida que pasaba el tiempo, Janet se fue involucrando más en la vida de la familia Walsh, siendo testigo de los conflictos y enfrentamientos entre los hermanos. Sentía cierto afecto hacia Victor, pero también anhelaba algo a alguien en su vida. Armando era el hombre que le quitaba el aliento, pero no se atrevía a declararse abiertamente por las diferencias sociales. Él era un joven de cabello negro, algo largo, ojos azules, mirada expresiva y con algo de melancolía.

[…]

Un día antes, fiesta de graduación del hijo menor de la familia. En medio de la celebración, un grupo de lobos pertenecientes a otra familia llega a la mansión, desencadenando una acalorada discusión en el jardín entre el padre de familia. Al principio no parecía tan grave. Hasta que se fueron a los golpes y algunos  empleados intentan intervenir para calmar la situación, pero la tensión aumento.

Janet, quien vio todo, tomó unos inciensos y flores con fragancias relajantes que solía utilizar en su pueblo y se fue hasta un balcón cerca a la habitación de Victor y uno de los lugares donde él podría asomarse y mirar lo que sucedía en el jardín, ya que el escándalo que se escuchaba era algo ensordecedor, para su tranquilidad  lo vio y le hablo.

“Por favor no se involucre en la pelea”

Conocía su temperamento violento y temía que pudiera causar daño. Victor, sin embargo, estaba en un estado de confusión y rabia, incapaz de escuchar razones. En ese momento, Janet decidió abrazarlo y hablarle dulcemente, tratando de calmarlo y evitar que cometiera una locura.

Mientras Janet abrazaba a Victor, tratando de controlar su ira, los otros hermanos de la familia salieron al jardín para ayudar a su padre, lo que generó cierta calma en la situación. Victor, desde el balcón, observaba cómo se resolvía el conflicto sin poder intervenir. Era la primera vez que experimentaba un contacto tan cercano y cálido con Janet, lo que despertó en él sentimientos confusos y contradictorios. Janet, consciente de la delicadeza de la situación, se separó de Victor.

“Lo siento”

Janet sabía cómo tratar con Victor y su naturaleza alfa. Había aprendido a conocerlo y a entenderlo, y siempre sabía cómo calmarlo, pero se empezaron a escuchar gritos de varias personas.

No sabía como reaccionar hacia la chica, era la primera vez que tenía un acercamiento de ese tipo, sentía que todo era tan lindo y puro que se dejó llevar un poco de las sensaciones que empezaba a sentir. Ella se dio cuenta de lo que estaba haciendo y separó sus brazos del cuerpo del chico y se disculpó.

“Lo siento”

“No te preocupes, yo tengo la culpa. Tengo que decirte algo, ya no soy un adolescente”

Janet sonrió ligeramente, sabiendo que pudo evitar que aquel chico cometiera un grave error. Dejo de ser tan impulsivo. Pero también sabía que no podían hacerlo demasiado, especialmente con todo lo que estaba sucediendo en ese momento.

Ambos miraron lo que sucedió abajo. Al parecer todo se había calmado un poco y se dejaron de escuchar grito. Sin embargo, el alfa empezó a ver a la chica con otros ojos.

La chica sin darse cuenta estaba alimentando esos sentimientos, ella lo tomo de las manos tratando de aconsejarlo

“Por favor no vuelva a hacer eso, es peligroso, su padre se lo advirtió”

“Si, lo sé, pero hay cosas que no puedo evitar”

Sorpresivamente, él la beso en la boca sin darle tiempo para responder. Él pensó que ella le respondería positivamente, pero Janet se quedó paralizada, sin saber cómo reaccionar. No esperaba que Victor hiciera algo así, especialmente en ese momento. Los ojos de la chica mostraban un evidente rechazo hacia él.

El alfa estaba algo asustado y sabía que fue rechazado de inmediato. Sin embargo, la situación fue interrumpida por la voz de uno de los hermanos de la familia Walsh, que subió al balcón para decirles que todo estaba bien, él tocó  puerta del balcón.

Victor se separó rápidamente de Janet, sintiendo vergüenza y confusión. No sabía qué decir ni cómo actuar, así que simplemente asintió con la cabeza y se retiró a de ese lugar, al otro lado de la puerta estaba Armando, el segundo hijo y la vio, pero  la chica se quedó allí muy  confundida.  Empezó a preocuparse de lo que pasaría, si alguien más se enteraba de esto o si esta situación continuaba.

Janet sabía que lo que había sucedido entre ella y Victor no era algo que pudiera ignorar, pero tampoco podía dejar que sus emociones tomaran el control. Tenía que mantener la cabeza fría y asegurarse de que la situación no se saliera de control.

Decidió hablar con Víctor al día siguiente, cuando ambos estuvieran más calmados y pudieran expresarse con claridad. Al salir de la habitación, Janet se encontró con Armando esperándola en el pasillo. Su presencia la tomó por sorpresa.

“Ey, Janet, ¿qué haces aquí?”, preguntó Armando con un tono de desconfianza en su voz.

Janet sospechó que Armando había visto a Víctor salir de su habitación, así que decidió ser sincera y contarle la verdad.

“Vine a ver a Víctor antes de que cometiera un error, pero afortunadamente logré calmarlo”, respondió Janet con cautela.

Armando no se mostró satisfecho con esa explicación y decidió advertirle.

“Aléjate de mi hermano, te lo advierto”, dijo Armando de manera firme.

“Sí, no te preocupes”, respondió Janet intentando apaciguar la situación.

Armando agarró el brazo de Janet y trató de suavizar la intensidad de sus palabras.

“Lo siento, perdón. Me dejé llevar por la rabia. No me gusta que hables con él. Por favor, mantén tu distancia. Me preocupo mucho por ti. Él te ha hecho daño y yo he sido testigo de eso. Los moretones y los arañazos no lucen bien en ti. Si te vuelve a hacer daño, me enfrentaré a él”, afirmó Armando mientras la abrazaba fuertemente sin soltarla.

“Lo siento, creo que mi cambio de actitud es extraño. Debo ser sincero contigo. Te amo y no soporto verlos juntos”, confesó Armando con voz temblorosa.

Janet se sintió confundida por las palabras de Armando, pero también se sintió reconfortada al escuchar su amor y sinceridad. Armando era el hijo del medio y, a pesar de ser considerado un alfa, era quien más expresaba sus sentimientos.

Janet, sorprendida por la declaración de Armando y en busca de una mayor claridad, decidió continuar la conversación.

“Yo… solo estaba tratando de calmarlo. Sabes cómo es cuando se enfada, y quería asegurarme de que no hiciera nada estúpido. No tengo ninguna intención de meterme con él, ni contigo, lo siento”, explicó Janet con una voz reconfortante.

Armando la miró fijamente durante un momento, como si intentara leer sus pensamientos. A pesar de la advertencia, su interés por Janet no disminuyó. Acarició su rostro suavemente, buscando algún signo de marcas o moretones causados por su hermano.

“Ya veo. Bueno, supongo que es bueno que alguien pueda controlarlo. Pero ten cuidado, Janet. No quiero que te metas en problemas por culpa de mi hermano mayor. He visto los moretones en tus manos y los arañazos de hace tiempo. Te amo y no me gusta verte con él, me pongo celoso. No te molestaré más, pero estaré cuidándote desde lejos. Recuerda que puedes acudir a mí si necesitas algo”, expresó Armando con un tono de preocupación.

Janet asintió con la cabeza, sintiendo un poco de alivio al ver que Armando había decidido dejar de insistir. Aunque la confusión seguía presente en su mente, apreciaba el cuidado y la protección que Armando mostraba hacia ella.

“Lo tendré en cuenta, Armando. Gracias por preocuparte. Debo irme ahora, nos vemos en la fiesta de mañana”, dijo Janet con cierta emoción.

Armando, sin soltar sus manos, decidió darle un beso suave en los labios. Quería expresar su afecto y cariño, pero también respetaba los límites y deseos de Janet.

“Nos vemos luego”, dijo Armando con una sonrisa.

Janet se sentía abrumada por la mezcla de sentimientos que la invadían. Tenía un cariño profundo por Armando, pero también sentimientos confusos hacia Víctor. Olvidando por un momento sus responsabilidades y su posición en esa casa, se dejó llevar por la emoción y la tentación de seguir a Armando. Era un torbellino de emociones hacia los dos hermanos, y su rostro se puso rojo al darse cuenta de ello. Para empeorar las cosas, alguien desde lejos había observado toda la interacción.

María, una de las empleadas de la casa, había presenciado todo lo ocurrido en el pasillo entre los dos hermanos. Caminó hacia Janet como si nada hubiera pasado, pero en su mente maquinaba cómo usar aquella información en su beneficio. Odiaba a Janet por haberse acercado tanto a los hermanos y, secretamente, amaba a uno de ellos. Esperaba pacientemente el momento adecuado para atacarla y obtener ventaja.

Rió amargamente ante la situación. Podría ir a hablar con el señor de la casa y poner fin a todo para Janet, pero decidió guardar ese as bajo la manga para el momento indicado. Quería mejorar su posición en la casa, ser algo más que una simple empleada, pero necesitaba pruebas contundentes, más que simples sospechas.

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