XVII. Un fragmento del pasado: Parte 3

A pesar de su embarazo feroz, el crecimiento de Gilbert fue igual de pacífico como el de cualquier otro niño. Aprendió a caminar y a hablar a temprana edad, pero igual esperable para un ser humano. A los tres años tenía tanta energía que su cuidado necesitaba de cuatro institutrices, molestaba a su hermana y a su padre cuando podía. Pero siempre tuvo miedo de acercarse a una mujer que siempre se escondía en la habitación principal, y que solo salía en contadas ocasiones al resto de la mansión. Esa mujer de cabello rubio ondulado y una cicatriz en la mejilla, de la cual una vez escuchó decir a alguien que era su madre.

Arthur tuvo cuidado en alejarlo de ella; desde el primer día que Viktoriya llegó a la mansión luego de salir de recuperación, le dedicó un profundo asco a su hijo. Así que la cabeza de los van Helsing no tuvo más que cumplir la pro

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