Al despertar un dolor inmenso inundó mi cabeza. Apenas podía abrir los ojos. Intenté levantarme pero sin muchos éxitos.
Con las fuerzas que me quedaban toqué mi frente.
-No, no tengo fiebre.-descarté.-¿Qué me pasó? ¿Por qué me duele tanto la cabeza?-me pregunté.
Parecía como si un camión hubiera pasado por encima mío.
Sin más opciones, cerré los ojos y volví a dormirme profundamente.
Pasado un tiempo, nuevamente entreabrí mi