Capítulo 12 – El ejecutivo pringado.

Él se marchó al día siguiente, sin tan siquiera darme una explicación o mandarme un mensaje. Me pareció justo, pues era justo eso lo que había entre nosotros: NADA. Y era eso lo que era para él: NADA.

Así que, llegados a ese punto, hice lo único que podía hacer: olvidar, pasar página, centrarme en mi trabajo y olvidarme de vivir. Y eso fue exactamente lo que hice.

Incluso me apunté al gimnasio del hotel en el que trabajaba, con la esperanza de mantener mis sentimientos y pensamientos a raya, porque sabía que estar en casa sin hacer nada, era malo para mí.

Y entonces, le vi. Quizás no me di cuenta en ese entonces de en lo que se convertiría mi vida, pero en ese entonces, lo que vi de él me gustó.

Era un chico alto, más o menos de mí misma estatura, delgado pero no demasiado, tenía el cabello largo, y alguno de sus flequillos descansando sobre su cara, pero no porque estuviese cortado de esa forma, tan sólo eran cabellos su

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