Gabriel se sorprendió al ver a Valentina arrodillarse tan rápidamente ante él. Estaba dispuesta a sacrificar cualquier cosa por salvar a Marco, y Gabriel conocía bien el inmenso orgullo de Valentina.
—Qué conmovedor amor fraternal —comentó Gabriel con ironía, recordando cómo había servido a las cinco hermanas como un esclavo durante más de una década, sin recibir jamás una mirada de respeto. Sin embargo, por Marco, a quien apenas habían encontrado recientemente, Valentina estaba dispuesta a dejar de lado su orgullo y suplicar de rodillas.
—¿Es tan grande la diferencia entre alguien que dedicó más de diez años de servicio a los Reyes y un familiar recién descubierto? —reflexionó Gabriel con amargura.
Valentina, confundida por las palabras del Santo y sospechando que quizás conocía a Gabriel, respondió con convicción: —No importa cuánto se esfuerce un extraño, seguirá siendo un extraño. Un familiar, por distante que sea, comparte nuestra sangre. ¡No hay comparación posible!
Estas palabra