Su cuerpo era sumamente atractivo, y verlo caminar en dirección hacia donde yo estaba me causaba una completa emoción. Llevaba muchísimo tiempo sin verlo, sin saber nada de él. Es más, a nunca nadie le conté mi encuentro con él.
—¿Te acuerdas de mí? —dijo, acercándose a mi mejilla y saludándome con un beso.
—¿Cómo has estado? —Sus palabras fueron un mar de emociones que se desataban dentro de mí. Era como si encontrarlo nuevamente despertara un deseo desenfrenado por estar con él otra vez.
—¿Quién es Antonieta? Nunca nos la has presentado —dijo Mauricio con sumo celo, como si esta persona llegara a desmoronar todos sus planes de la noche, como si él fuera un intruso.
—Es un viejo amigo —dije con algo de emoción. Mis ojos se habían llenado de alegría y de un brillo inexplicable; era como si su sola presencia me llenara.
—Antonieta, permíteme invitarte esta noche a ti y a tus invitados. Veo que están celebrando un evento importante.
Su manera de expresarse era tan segura de sí misma que