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Después de que localicé a Aslan y a Bolut fuimos directo a la casa de niños donde Vera nos esperaba preocupada junto con la hermana Salma que no paraba de llorar. Tan sólo entré por la puerta del lugar, ellas se acercaron casi corriendo.

―¿Los encontró? ― pregunta la hermana Salma. Asiento con la cabeza y Vera sonríe ampliamente―pues, ¿dónde están?

―En el auto, dormidos. Los dos aceptaron venir con la única condición de que no los dejará más en esta casa― hablo.

―¿Está usted loco? ― me dice la hermana molesta― claro que no se puede llevar a los niños, es contra las reglas de la casa.

―Lo sé, pero los niños no quiere regresar y usted no está en la autoridad de de