Ella estaba muy asustada, solo podía proteger su vientre con gran precaución.
No sabía cuánto tiempo pasó antes de que todo por fin se detuviera.
—Silvia, no me provoques, — la respiración de Julio era muy pesada.
Silvia solo podía oír vagamente sus palabras.
Ella dijo con total frialdad: —¿No dijis