La acción fue tan tierna que Luxion se desconcentró por un momento, pero no es momento de pensar en eso. Jalándolo de regreso lo empujó detrás de él cuando le gritó - ¡rápido corre!
-¡Yo te protegeré! - dijo el niño terco, reacio a irse.
Pero de repente, un fuerte silbido llegó a sus oídos. Tan fuerte y potente que fue capaz de calmar al perro. Meciendo su cola de un lado a otro. Cambió de actitud defensiva a una de juego en un abrir y cerrar de ojos. Se acercó alegre al lugar de donde provenía el sonido, escondiéndose entre las piernas de este. La noche estaba a punto de llegar. El cielo ya empezaba a oscurecerse cuando una figura alta y delgada se acercó a ellos. Las canas ya bañaban su cabeza y su voz era un poco lenta cuando habló.