Capítulo 373
—No, no hace falta... —aún envuelta en la toalla y sin ropa, ¿cómo podría pedirle ayuda?

Eso sí que terminaría en la cama.

Parece que volvió a sonreír, porque su voz sonaba divertida cuando dijo:

—Vale, entonces arréglate tú. Estaré en el solárium de la terraza del segundo piso.

—Ah, está bien.

La última vez que vine me dio un tour completo de la casa, así que sabía dónde quedaba el solárium del segundo piso.

Era el área de descanso, construida toda de vidrio templado. En las noches despejadas, uno podía recostarse a contemplar toda la bóveda celeste.

Todavía no era muy tarde, parecía que planeaba mirar las estrellas.

Me puse la ropa que me había preparado.

Un conjunto gris de estar en casa, muy cómodo y de mi talla.

Hasta la ropa interior me quedaba perfecta.

Tenía el aroma del detergente, seguramente la había lavado después de comprarla.

No me atrevía a imaginar lo que pasaba por su mente mientras hacía todo esto.

¿Estaría como yo, perdido en fantasías, embriagado sin poder evitarlo
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