Le eché un vistazo y pensé... ¡este tipo es todo un caso!
De inmediato me levanté y le serví más caracoles en el plato de Mauro.
—Gracias señorita Navarro —agradeció Mauro visiblemente incómodo, antes de responderle a Lucas—. No se preocupe señor Montero, entre colegas nos cuidamos.
—Tranquilo, no soy una niña pequeña, puedo cuidarme sola —le dije a Lucas para calmarlo.
Si de ser independiente se trata, eso lo tengo más que dominado.
Lucas invitó a Mauro a comer solo para decir estas cortesías y ponerlo en una situación incómoda. Era su forma de marcar territorio y dejar claro que yo era suya, para que nadie más se acercara.
No le importaba realmente que me cuidaran.
Con lo celoso que es, si Mauro de verdad me cuidara, se pondría como loco.
De regreso a casa, no pude evitar decirle:
—Ya no te metas más con el director Núñez, somos solo compañeros de trabajo y me pones en situaciones muy incómodas.
Él fue directo y respondió:
—Después de la cena de hoy, seguro ya no tiene ningún interé