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—Fuera de aquí, Black —Declaro tajante mientras él me hace ojitos de oveja a punto de ser sacrificada.

Lo miro de mala manera.

—Me habéis quitado a mi hijo, sabéis que ni con toda la ley a mi lado, podré luchar con vuestro padre. Eso no se hace hombre. ¡Fuera de aquí, ahora mismo! O les diré a todos que apellido tienes. —Las palabras salen de mi garganta a toda mecha, asperas contra mi cuello.

—Oh, vamos…Phoebe, por favor. Soy tu Kendall. El universitario inocente. El mejor de los Black. Tu cuñado favorito. Hazme este favor, y durante la cena te traeré a tu hijo. Solo una cena. Es todo lo que te pido. —Argumenta él con una sonrisa sincera al ver mi cara de dolor y rabia.

—Maldito Kendall. Siempre te he querido como un hermano. Esa chica, Arabella, es importante para ti ¿cierto?—Pregunto arqueando ambas cejas con sorna.

Él me da un golpe en el hombro.

—Es mi mejor amiga.—Aclara él convencido, como si estuviese afirmandose la respuesta a si mismo también.

—Ehem…Claro…Ahora señorito universitario ¿puedes irte? por tu culpa idiota me he quedado sin pausa para comer…—Le riño entre risas. —¿Cómo está mi pequeño?—Añado seria.

—Luke odia a su padre y ama a Caleb. Lo cuál es extraño. Porque todos odian a Caleb. Da miedito. Pero Luke y él se entienden de maravilla. Le hemos inscrito a un colegio privado. Bueno, George es quien le ha inscrito. Terrance dijo que era mejor que siguiese en su colegio. Pero…La gente haría muchas preguntas al ver llegar a un niño en limusina y con dos guardaespaldas y un mayordomo con él. —Sonríe.—Bueno, el caso es que Luke a diferencia de nosotros crecerá teniendolo todo. Dinero, poder, amor, estatus…

Lo miro con los ojos llenos de lagrimas. No puedo evitarlo. Doy un golpe en la mesa. Y todos los del café se voltean sobresaltados a verme. Pero eso no me para.

—¡Pase lo que pase, mi hijo volverá conmigo! ¡Pese a quién le pese! —Gimo con fuerza.

Kendall se acerca a mi y me abraza.

—Te entiendo. Yo me crié con mi madre. Aunque fuese adoptiva. No habría cambiado ni un solo recuerdo con ella por las cosas que George Black pueda ofrecerme. —Susurra Ken, mientras me acaricia el pelo. —Todo estará bien, esta noche traere a tu hijo, pero no volverá a la mansión. Si lo quieres realmente compra billetes de avión para mañana y no vuelvas a pisar grandes ciudades. Porque si lo haces me temo que firmarás tu sentencia de muerte. Y no podré protegerte. —Añade Kendall mientras ambos nos volvemos a sentar en nuestros asientos.

La gente vuelve a sus tareas. Yo tomo aire cansada.

—Ojalá jamás hubiese conocido a Terrance. —Suspiro de nuevo. —Está bien, esta noche prepararé la cena perfecta y seré la esposa perfecta.

—No hace falta que finjas ser la madre perfecta porque ya lo eres. Cuídate, cuñada. —Sonríe Kendall radiante como siempre, coge dos croisants y se los mete en la boca mientras se pone su chaqueta y agarra su mochila.

Me guiña un ojo desde la puerta. Yo solo rio negando. 

¿Cómo puedo ser tan estúpida y dejarme engañar así de fácil por los hermanos Black?

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