¿Qué escondes primo?

Eh, jefe…¿Pasa algo?– Gio estrujó la lata de cerveza entre su mano derecha y la arrojó desmañadamente hacia uno de los rincones del cuartucho que ocupaba como habitación.—Llevas toda la mañana más callado que de costumbre

¿Acaso te importa? –Luca estaba sentado en una de las raídas sillas, con el respaldo inclinado contra la pared y los pies cruzados sobre la mesa. Dio el último sorbo a su tercera cerveza de la mañana.

Gio frunció el seño y gruñó burdamente.

Perdóname la vida, s

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