DEREK MAGNANI
En cuanto regresamos al departamento comencé a empacar la ropa que le había comprado a Sloane, junto a la mía. No llevaríamos mucho y a Brian podría comprarle todo lo que necesitara en cuanto llegáramos a nuestro destino.
Sloane le pidió a Brian que se distrajera con las caricaturas, mientras su rostro se transformaba en una mueca de incertidumbre y duda conforme se acercaba a mí. El ruido de sus pasos era imperceptible, aun así, alcanzaba a verla por el rabillo del ojo. Cuando su mano se posó sobre mi hombro, mi cuerpo se tensó y permanecí en silencio y sin ganas de voltear hacia ella.
—¿Qué ocurre? —preguntó en tono suave, sin intenciones de ser exigente, pero sabía que no daría el