Luggina llegó al departamento de Lucciano. El nunca esperó que fuera tan pronto la firma de ese contrato.
La hizo pasar a su oficina.
— ¡Pequeña bruja! No pensé que fuera tan rápido.
— Créeme que le hago honor a ese sobrenombre. Trae tu contrato, lo firmaré ahora y tú firmarás el mío.
— Tengo que leerlo, no firmaré algo que no leo detalladamente.
— Pues firmarás y yo firmaré hoy, ahora y si no es hoy, no será nunca.
Luggina Tiró la carpeta en el escritorio.
Lucciano miró detenidamente a Luggina, como escudriñando su propósito.
— Bien deja que imprima el original y lo firmaremos.
Lucciano empezó a teclear en su portátil, y sin que Luggina se percatara cambió unas cláusulas .
BAILARÁS ÚNICA Y EXCLUSIVAMENTE PARA MI.
NO BAILARÁS JAMAS EN PÚBLICO.
TE SOMETERÁS A MI VOLUNTAD Y CUMPLIRÁS CADA UNO DE MIS CAPRICHOS Y DESEOS.
— ¡Listo! Firmado el mío y firmado el Tuyo.
Lucciano firmó cada contrato con firmas diferentes.
— Luggina, la ley es pareja, me dejas leer tus reglas y rompemos estos