La puerta se abrió tan repentinamente que hasta tuve malestar.
—Eres una víbora, mujer — tras ver a Aiden, decidí irme de su lado—. No es la primera vez que intentas jugar conmigo. ¿Creíste que iba a caer en ese ridículo juego de nuevo? ¿Qué es lo que en realidad quieres? Has querido envenenar la mente y el alma de mi mujer, pero aún no sé con qué propósito. Esta vez te tocará dar la cara y soltar todo el veneno que traes.
Escuchar que se refirió a mí como su mujer me hizo sentir bien.
—Es una dicha volverte a ver. No sabes cuánto te he echado de menos.
Solo ver ese gesto tan vulgar y la mirada coqueta que le dedicó a Aiden me hizo hervir la sangre.
—Por lo visto, hoy te apareciste para hacerle la vida más difícil a tu hermana. Todo lo que haces solo me lleva a pensar que eres una envidio