Rachel
El único abogado que conozco de mi papá es Roland. Es el mismo que me ayudó a salir de la cárcel. Él es mi única esperanza. Decidí buscar en internet el número de su oficina en Utah y lo llamé, esperando que aún esté en su oficina. Para la hora que es, no dudo que ya se haya ido. Para mí sorpresa, la asistente me respondió y aproveché la oportunidad. Me lo pasaron al teléfono y suspiré aliviada al escuchar una voz conocida luego de tanto tiempo.
—Sr. Roland, soy yo, Rachel. ¿Se acuerda de mí?
—Claro que sí. ¿Cómo no me voy a acordar, si nos vimos hoy?
—¿Perdón?
—¿Pasó algo?
—¿Cómo que nos vimos hoy? Yo estoy en California, no en Utah.
—Yo también estuve en California, querida. Regresé al medio