Una semana había pasado desde el día que Grayson envió a Ashley a la cárcel. Había estado muy ocupado entrevistando a los empleados sobre los cuales recaían más las sospechas, pero no tenía más pruebas de que alguien más estuviese robando en la compañía. Esperaba que los traidores comenzaran a hablar antes de ser llevados a la policía, pero no había encontrado ninguna otra prueba. Se levantó de su silla y se paró ante el amplio ventanal.
-Honestamente, esperaba que sucediera algo que lo ayudara a apresar a los Westinghouse – Se decía Grayson –
En ese momento, sonó el teléfono y Betty respondió.
-Sí. Hágalo pasar –
Grayson se volvió a verla extrañado pero la puerta se abrió y se pudo ver a su secretaria dándole paso a un joven. Grayson estaba extrañado y tenía los brazos cruzados sobre el pecho.
-Buenos días, señor Farris. Soy Kadeer Ságil – Dijo sin molestarse de extender su mano. No era el momento para preceptos sociales. Era el momento de salvar a Ashley –
-Por favor – Dijo Grayson