Suspiré.
El placer se extendió por mi cuerpo con más intensidad a cada instante. Sentí que me separaban las piernas. Cosquillas. Dedos acariciaban mi muslo interior izquierdo. Temblé. Un dedo me presionaba el clítoris y una caliente lengua lamía y se deslizaba entre mis pliegues húmedos. Sonreí. Solo una persona me despierta de esa manera en las mañanas.Abrí los ojos y observé, pero necesitaba más.
Estiré la mano y levanté la cascada de cabello dorado que antes me impedía ver con claridad, por lo que ahora su mira