Capítulo XLI
Al llegar a casa, ya Carlota estaba de pies, con cara de trasnocho, y un poco de tristeza que se le reflejaba en la mirada, por lo cual evitaba mirar a la cara a Mercedes.
–Bendición madrina, buenos días.
–Dios la bendiga.
–¿Qué te sucede madrina?
– nada Mercedes, no sucede nada.
–Seguro es por la hora que estoy llegando ¿verdad madrina?
–no pasa nada Mercedes, anda a cambiarte y a descansar. Que de seguro estás muy agotada.
–está bien madrina, como usted diga.
En eso Mercedes da la espalda y se retira a su habitación, pero siente mucha pena y vergüenza con su madrina. No quería verle la cara.
Sentía una tristeza tan grande, sentía como que se había defraudado a ella y a su madrina que era quien más le importaba en el mundo.
Al entrar a la habitación se arroja en la cama a llorar, sentía que nada era como ella lo había soñado por tanto tiempo.
El hombre maravilloso y galante que ella había soñado para su vida solo fue un producto de su imaginación, pero la vida le